La belleza efímera de la vida
Son ocasiones como esta las que ponen la mente a volar; una tarde asoleada, en los escalones del jardín, pude ver cómo las hojas y flores de los árboles caían, se desvanecían y al llegar al suelo parecían sonreír. ¿Y cómo puede sonreír una flor o una hoja?, me pregunté, y al instante tuve la respuesta; de la misma manera con que sonreímos en los peores momentos, sonrieron ellas al dejar la vida allá arriba, donde todo es resplandeciente, donde acaban de dejar todo por nada, pero de igual manera conocieron lo desconocido, quizá con miedo o tal vez sin él, de pronto viceversa y también al revés. Solo basta una pluma, un papel y dejar la imaginación volar tan alto como puedas y tan lejos como deseas para plasmar en ello un sentido, un deseo, incluso una aventura para después, o que digo, después, en el mismo momento ver una flor como un gran árbol, un lápiz como la mejor pluma, una hoja como un libro y el alma como la única del universo... ...